jueves, 17 de marzo de 2016

Ideologizar en las municipales

Desde pequeño siempre me extrañó ver carteles de candidatos donde no se podía ver el logo de su partido o simplemente su no participación partidaria, era imposible (para un niño de menos de 14 años incluso) comprender como alguien podría votar por él, sí en estricto rigor no sabe cuál es su pensamiento, ni las causas que defiende.

Hoy, observando el actual escenario político, donde existe un descontento generalizado hacia los partidos políticos y quienes los componen, problema que se acentúa y evidencia en las campañas. La gran mayoría de las candidaturas se presentan sin su color político para dar una cierta “apariencia de independiente”, de una persona alejada de la “vieja política”. Esta situación se ve con mayor fuerza en las Elecciones Municipales; debido a que en las de CORE, parlamentarias y presidenciales, algunos (no todos) sustituyen el logo del partido por la o el candidato presidencial de la coalición, aprovechando que todas aquellas elecciones son en simultaneo.

Entonces me pregunto ¿Acaso no tiene importancia las ideas fuerza que tenga un candidato a concejal o a alcalde?, ¿Acaso solo importa su apariencia física o el apellido que tiene?, y finalmente ¿Acaso es tan mal vista la administración comunal? Algunos responderían a lo segundo que sí, debido a reconocidos casos de “personajes de la farándula” que se insertan en la política a través de las elecciones municipales, pero su aporte real y tangible es muy por debajo de lo que ameritan ser concejal o alcalde. A su vez, cabe considerar que este año, en comunas donde son electos 10 concejales, las cedulas de votación serán largas nóminas de candidatos, lo que se reflejará también en muros, postes y plazas llenas de carteles de caras y nombres conocidos y por conocer.

Por lo anterior, se hace imperioso que la ciudadanía sepa cuál es el partido y/o las causas que defienda como persona, como candidato. El desafío de la juventud es, justamente, ideologizar nuevamente a la población, llenarla de ideas y sueños, para cambiar Chile debemos avanzar hacia un país tolerante, integrador y respetuoso, discutir de izquierdas, centros y derechas, de modelos económicos, de Estado. No podemos seguir indiferentes ante la política y separarla de aquellos que la han ocupado para beneficio personal, nos enfrentaremos en unos meses a elecciones municipales, donde los partidos no han tratado de hacer ningún esfuerzo para incluir nuevos rostros, los esfuerzos los han hecho la militancia joven, paso a paso hemos posicionado nuestro discurso en la asamblea comunal, en los regionales, a nivel nacional y en la calle, pero lejos del dogma de “juventud = bueno”, aquí no exigimos nada por la edad, somos trabajadores, estudiantes, profesionales, técnicos, sindicalistas con las manos limpias, con trabajo honesto y abnegado en las bases.

Somos la generación que ha visto la peor cara de los políticos que se decían demócratas y se golpeaban el pecho con la vuelta a la democracia, esos mismos que le han fallado una y otra vez a nuestro pueblo, somos la generación que realizará los cambios en Chile, hijos de obreros, trabajadores y profesores; somos jóvenes que saben perfectamente que falla en la calle, en el barrio, en nuestra comuna. Por ejemplo, somos los que volvemos todos los días a nuestros hogares en transporte público, desde o hacia la periferia Santiaguina, o entre Concepción y Coronel – Lota, o desde Chillán hacia las comunas rurales donde la última locomoción sale a las 6 de la tarde; somos los que vivimos en carne propia las falencias de un sistema educacional que discrimina por situación económica; somos los que hemos luchado el triple por ganarnos un espacio, frente a quienes hoy ostentan esos cargos o quienes eligen los caminos fáciles, corrompiéndose para llegar allí.

Porque no somos un grupo iluminado que da soluciones desde su escritorio en una gran empresa o en su “casita del barrio alto”, esa es la diferencia de nuestra generación con la ellos, eso es lo que nos separa de los vicios de la política “en la medida de lo posible”, hemos crecido viendo un país desigual e injusto. Por esto podemos hacer campaña mirando a los ojos, abrazando y compartiendo con el vecino que hemos visto toda nuestra vida, porque no llegamos de aparecidos a la población. Somos los jóvenes que de la nada y con muy poco, hemos comenzado a construir desde nuestros hogares hacia nuestros barrios y comunas, un mejor Chile. Y “comenzando” porque esto no termina acá, porque lograremos un Chile de Todos, más justo y solidario, aún con la adversidad imperante; porque no nos mueve el poder o el dinero, nos mueven nuestros sueños y los sueños de aquellos que confían en nosotros. ¡Y lo lograremos!.

Felipe Alvear. Candidato a Concejal de la Juventud Radical por La Cisterna.

Ricardo Trostel. Candidato a Concejal de la Juventud Radical por Concepción.

lunes, 8 de febrero de 2016

Estado, iglesia y educación

Año tras año, con desconcierto —y para muchos, con creciente molestia— vemos desfilar a las más altas autoridades del Estado chileno en diversas celebraciones religiosas: desde el tedeum hasta las misas de Navidad, pasando por actos ecuménicos y liturgias públicas. Estos eventos, organizados o financiados con recursos fiscales, no son simples gestos protocolares; son expresiones visibles de una relación que debería haberse disuelto hace casi un siglo: la del Estado con la Iglesia.

Se supone —y está consagrado en nuestra historia republicana— que Chile es un Estado laico. La Constitución de 1925, gracias al impulso del liberalismo laico liderado por los radicales, proclamó oficialmente la separación entre Iglesia y Estado. Sin embargo, cabe preguntarse seriamente: ¿se ha materializado realmente ese “divorcio”? La respuesta es, lamentablemente, negativa.

Uno de los espacios donde esta contradicción se vuelve más evidente es el sistema educativo. En teoría, el libre ejercicio de culto garantiza que nadie sea adoctrinado. En la práctica, muchos niños en escuelas públicas —sostenidas con fondos del Estado— reciben formación religiosa obligatoria, a menudo impartida desde una sola perspectiva doctrinaria, sin espacio para la reflexión crítica ni para el pluralismo espiritual.

Más aún, quienes deciden no participar de estas clases no encuentran una alternativa real. Lo viví personalmente en 2013, cuando opté por eximir a mi hija del ramo de religión. La solución del establecimiento fue relegarla a actividades sin valor formativo —como pintar libros infantiles en la biblioteca— o, en el peor de los casos, mantenerla en el aula con la orden explícita de “no escuchar” la clase. ¿Puede alguien pedirle a una niña de siete años que no escuche mientras canta la profesora? ¿Este es el estándar de respeto a la libertad de conciencia?

La situación resulta aún más preocupante cuando observamos que parte del cuerpo docente actúa no solo como transmisor de conocimientos, sino como agente de evangelización. Panfletos religiosos repartidos en horario escolar, rezos colectivos, y una visión moral homogénea impuesta a estudiantes de diversas creencias (o sin ninguna) son prácticas que persisten, especialmente en zonas donde la fiscalización es débil y el conservadurismo cultural es fuerte.

Este escenario nos plantea una pregunta de fondo: ¿qué clase de ciudadanía estamos formando si no respetamos la diversidad de pensamiento desde la infancia? Un Estado verdaderamente laico no adoctrina; educa en la libertad. No impone credos; garantiza la posibilidad de elegirlos o rechazarlos. No favorece una religión; promueve el respeto mutuo y la convivencia plural.

No se trata de atacar las creencias personales. Al contrario: defender el laicismo es precisamente proteger la libertad de cada persona a creer —o no creer— sin interferencias del Estado. La religión debe ser una elección íntima y familiar, no una imposición institucional. En esa lógica, las clases de religión deberían ser optativas, y quienes no deseen cursarlas deben tener la misma carga horaria dedicada a otras materias formativas, no a actividades marginales.

Al ver cómo las instituciones del Estado aún se arrodillan simbólicamente ante el altar, muchos nos sentimos en retroceso. Como si los logros de 1925 fueran letra muerta. Como si volviéramos a una época en la que disentir con el dogma era peligroso. A veces, incluso al escribir estas palabras, me pregunto si debo moderar el tono para no ofender sensibilidades religiosas o evitar la censura. Pero no. El miedo a decir lo evidente es parte del problema.

La única forma de superar ese miedo es con una educación distinta: una que enseñe a pensar, no a repetir; a dudar, no a obedecer ciegamente. Necesitamos un país libre, sin dogmas institucionales, en el que el Estado garantice una verdadera neutralidad religiosa. Solo así construiremos una democracia madura, inclusiva y coherente con sus propios principios.

martes, 5 de enero de 2016

Discurso aniversario 98 años JR

Correligionarias, Correligionarios y simpatizantes, estamos reunidos esta noche entorno al aniversario número 98 de nuestra Juventud Radical de Chile y hoy para mí estas palabras tienen un especial y emotivo significado, es el último aniversario que realizo como Presidente Regional Metropolitano de la Juventud.
El video que acabamos de ver, quiso reflejar plenamente el espíritu de nuestra región y de lo que ha sido nuestra gestión, el espíritu americanista y republicano, aquel que compartieron Bolívar y O’Higgins, aquel que comparte la República Bolivariana de Venezuela, aquel que compartimos tantos hoy en este lugar.
Hace poco en el comité Interamericano celebrado en Colombia, nos reafirmamos como bloque político juvenil el deber de luchar por la paz y la unión entre pueblos. Estos saludos fraternos, no hacen más que reafirmar aquel camino que nos hemos planteado como juventud, hoy, que vemos como la derecha fascista vuelve a ganar espacios en nuestro continente. Esto nos convoca a la obligación moral  de entregar una Latinoamérica unida ,y fuerte, donde las juventudes políticas de izquierda avancemos para encontrar esa justicia social tan anhelada y que tantas veces se nos ha negado como pueblo. 

El año 2012 llegué a ocupar este cargo lleno de sueños e ideas, comencé este largo camino cuando en la región éramos pocos, éramos más ideas que personas, más palabras que acción. Habiéndome formado en la Asamblea de La Cisterna supe que debíamos hacer un cambio, un cambio Radical. Hoy podemos decir con orgullo que esta es una región completamente distinta
Miren a su alrededor… miren cuantos jóvenes hay aquí, miren a cuantos no conocen y eso no es malo, es señal que hemos crecido y lo ¡seguiremos haciendo!

Pero este trabajo no ha sido sólo de una persona,  como olvidar quien ha sido un gran correligionario, militante desde los 14 años, Thomas Córdova con quien iniciamos esta aventura del regional el año 2012 y hoy es uno de los más destacados miembros del CEN, o quien ha realizado la labor en la secretaria del regional desde el 2014, correligionario Juan Ignacio Cornejo, con trabajo en la comuna, en la calle,que es precisamente donde no estamos actualmente los Radicales, donde faltamos, donde la gente nos necesita más que nunca, volver a la Calle es la tarea obligatoria que tenemos pendiente ¡Volvamos a recuperar el amor por participar de la organización vecinal, los clubes sociales, culturales y deportivos de barrio 

Las organizaciones de base nos necesitan y nosotros a ellas. Chile necesita el Radicalismo, y nuestra tarea hoy es que cada ciudadano sepa que el radicalismo sigue siendo una  fuerza de cambio y justicia para nuestra sociedad, que nuestra Juventud sigue siendo la Juventud que cree en el Socialismo y que cada uno sepa que llegaremos a él!
Los jóvenes que acabarán con la hegemonía capitalista, los jóvenes que cambiarán este país indiferente, sumido en el consumo, seremos nosotros… los jóvenes RADICALES! 
Hoy, es mi última vez en esta instancia como presidente del consejo, incluso tengo un poco de tristeza, pero con mucha esperanza los  invito a cada uno de ustedes a retomar la difícil tarea de ser un verdadero radical, revalidando día a día nuestro compromiso hacia los valores Humanistas, Laicos y Socialistas PERO EN EL LUGAR DONDE REALMENTE  IMPORTA: EN LA CALLE y la tarea correligionarios no es fácil pues la dictadura nos legó una sociedad desmovilizada, egoísta, capitalista y cegada por los dogmas del libre mercado, donde el respeto por el ser humano está en el último lugar de las prioridades de la clase burguesa y explotadora.

Debemos tomar conciencia que el camino no es seguir personas, intereses mezquinos o egos trasnochados que sólo nos dañan. Después de 150 años debemos entender que las divisiones ya le han hecho demasiado mal al Radicalismo. No volvamos nosotros a repetir los errores del pasado.
Hoy estamos colocados en un tránsito histórico, como dijera el Compañero Presidente Salvador Allende, donde tenemos la gran oportunidad de poder cambiar la historia de nuestro país, de volver a politizar nuestras poblaciones, a nuestros sindicatos, volver a recuperar lo público, reconstruir  al Estado, hacerlo un eje central de la redistribución y equidad de oportunidades como en nuestros gobiernos, donde habíamos encaminado a Chile por la senda de la Justicia Social y el Laicismo; luchando contra la opresión, el autoritarismo y los dogmas… Un Chile con educación pública, laica, gratuita, universal y con una profunda conciencia social.

En torno a este recuerdo, y esta posibilidad, posibilidad real que tenemos hoy de cambiar la Constitución, debemos meter los pies al barro… Para salir a la calle no necesitamos más que nuestra voluntad y fuerza,  con la fuerza de las ideas, podremos volver con la frente en alto a las poblaciones, a los liceos y a las universidades.
Este es un llamado para todos aquellos que saben dónde está el trabajo de un partido, para aquellos que saben que el teclado es sólo una ayuda y que el verdadero trabajo se gana caminando, recorriendo las calles junto al pueblo, ahí volveremos a tener a un correligionario o a una Correligionaria Presidenta de la República, para un Chile con verdadera justicia, HUMANISTA, LAICO Y SOCIALISTA DEMOCRÁTICO.

Porque vengan otros 150 años más, que viva el gran partido de los ideales, porque vengan 98 años más de historia, que viva la Juventud Radical de Chile!

(Último discurso en aniversario de la Juventud Radical de Chile, como presidente Regional Metropolitano)