Síntesis del gobierno de ultraderecha Chileno
A poco más de un año del inicio de este gobierno —aunque, en realidad, el tiempo exacto es irrelevante—, lo que importa no es cuánto ha gobernado, sino cómo lo ha hecho. Y en ese “cómo” se revela con nitidez la lógica ideológica de un proyecto político profundamente neoliberal, autoritario y regresivo. El actual gobierno chileno, liderado por una derecha dura y empresarial, ha puesto nuevamente en evidencia su apego a la privatización, el desprecio por lo público, y la subordinación de la dignidad humana al capital.
Desde su primer día, intentó justificar su falta de cumplimiento programático escudándose en la “reconstrucción” post-terremoto del 27 de febrero. Afirmaron que no podrían realizar muchas de las promesas de campaña porque los recursos debían enfocarse en la emergencia. Sin embargo, pronto quedó claro que aquella era solo una excusa. Lo que vino después no fue reconstrucción con enfoque social, sino consolidación de un modelo económico excluyente: alzas de precios, aumento en las tasas de interés, represión sistemática a los pueblos originarios, particularmente al pueblo mapuche, y una seguidilla de declaraciones altisonantes, ridículas y vacías de contenido por parte del propio presidente y sus ministros.
Y todo esto por parte de quienes se autodenominaron “el gobierno de los mejores”. Aquella frase, que buscaba proyectar eficiencia tecnocrática y excelencia, hoy solo genera risa… o rabia. ¿Cómo fue posible que una parte del pueblo creyera ese relato tan superficial y arrogante? ¿Cómo pudo ese mismo pueblo, del cual me siento profundamente parte, ser seducido por una estrategia de marketing político tan predecible?
La respuesta no se encuentra en la ingenuidad del votante, sino en un proceso histórico de despolitización social cuidadosamente construido. No fue la dictadura sola la que gestó esta situación. También fueron cómplices los gobiernos de la transición —la Concertación incluida— que perpetuaron un modelo educativo mercantilizado y funcional al sistema. No se trató de errores aislados, sino de una estrategia coherente: mantener a la población desinformada, endeudada, fragmentada.
Hoy vivimos las consecuencias. A nuestros jóvenes se les enseña que endeudarse para estudiar es un deber moral; que quien fracasa es responsable de su destino; que el sistema es inamovible. Les enseñan a votar por rostros vacíos, por celebridades sin principios, no por ideas ni proyectos colectivos. La historia se borra de los currículums, la memoria se transforma en una amenaza y el pensamiento crítico en un acto subversivo.
Pero la educación es poder. Y solo una ciudadanía educada, crítica y organizada puede disputar el sentido común impuesto. Si nuestros hijos, hermanos, vecinos y compañeros logran entender el fondo de esta estructura, si se les entregan las herramientas para cuestionar, interpretar y actuar, entonces el pueblo recuperará el poder que le ha sido sistemáticamente arrebatado.
Quieren que no llegues a la universidad. Y si lo haces, quieren que el peso de la deuda te impida alzar la voz. Quieren evitar que pienses, que enseñes, que organices. Poseen los medios de comunicación, los aparatos del Estado, los discursos oficiales. Y aun así, tienen miedo. Porque saben que el pueblo educado es el pueblo que lucha.
Y por eso hoy, más que nunca, no podemos callar. Hay que salir a las calles, con la palabra como trinchera, con la convicción como escudo, con el compañero al lado. No somos terroristas: somos estudiantes, trabajadores, madres, pueblos originarios, disidencias, pobladores. Somos el rostro de una sociedad que exige justicia y dignidad.
Y si algún día dijeron que serían el “gobierno de los mejores”, les responderemos desde cada esquina del país:
Su gobierno está roto. Su discurso está vencido. Y el pueblo, tarde o temprano, sabrá autogobernarse.
bien pelao, concuerdo contigo....
ResponderEliminarahí esta el gobierno de los mejores...