lunes, 25 de abril de 2011

Nuestra Revolución


Durante más de doscientos años, hemos sido educados, gobernados y dirigidos por los mismos de siempre: una élite reducida que ni siquiera logró constituirse como una verdadera burguesía moderna, y que se aferró al poder con mentalidad de terrateniente. Esa clase dominante, anclada en privilegios heredados, ha moldeado nuestras instituciones, nuestras ideas y nuestras formas de vivir. Es justamente ahí donde debemos enfocar nuestra lucha.

No olvidemos que, cuando los sectores populares comenzaron a avanzar en derechos y conquistas sociales, la reacción de esa élite fue brutal. En uno de los hitos más recordados, un discurso presidencial que advertía que “la clase alta empezaría a temblar” generó una conmoción en los círculos del poder. Al ver peligrar sus privilegios, optaron por una vía desesperada: interrumpir el proceso democrático con una dictadura que arrasó con nuestras organizaciones, nuestras voces, nuestros sueños.

Pero incluso después de la dictadura, la llamada "democracia" fue pactada, diseñada y garantizada por los mismos grupos de poder económico y político. Aunque algunos pretendan tener diferencias ideológicas, al final comparten los mismos espacios, los mismos intereses y hasta los mismos apellidos. Debaten en televisión, pero acuerdan leyes en privado que protegen sus negocios, perpetúan su poder y silencian al pueblo.

Hoy, como sociedad, enfrentamos un punto de inflexión. Ya no podemos seguir siendo tolerantes con los abusos, ni permitir que se rían en nuestra cara quienes fueron elegidos para representar al pueblo y hoy actúan como empleados del empresariado. No podemos aceptar que el parlamento vote leyes hechas a medida de sus propios intereses económicos, disfrazándolas de bien común. No podemos seguir creyendo en un sistema que nos oprime y nos engaña.

Ha llegado el momento de cambiar. Y ese cambio empieza en nosotros. No desde arriba, sino desde abajo, desde lo colectivo. Se trata de transformar nuestra actitud pasiva en una acción consciente y organizada. De dejar de aceptar lo que nos han impuesto como “normal”: un sistema que te enseña a obedecer, a competir, a consumir, a callar.

Actuar significa educarnos y educar. En el barrio, conversando con vecinos; en la familia, discutiendo y rompiendo silencios; en las redes, difundiendo ideas y denunciando injusticias; en las escuelas y universidades, participando activamente y cuestionando los discursos impuestos; en el trabajo, organizándonos, sindicalizándonos, defendiendo nuestros derechos.

La revolución no es una consigna vacía ni un momento épico: es un proceso cotidiano, plural y profundamente humano. Es tarea de todos: madres, padres, hijos, trabajadores, estudiantes, comunidades enteras. Porque solo así, desde la unidad, la conciencia y la acción colectiva, podremos construir un país más justo, libre y digno.

viernes, 22 de abril de 2011

El Real Día del Trabajador


A medida que se aproxima un nuevo 1° de Mayo, Día Internacional del Trabajador, se vuelve urgente que el pueblo esté verdaderamente informado sobre las políticas laborales que se están discutiendo en nuestro país. No se trata solo de lo que propone el gobierno, sino también del rol que juega la oposición y, por supuesto, del respaldo —explícito o implícito— del empresariado.

Hace un par de días, participé en un debate universitario con una profesora que defendía las supuestas bondades de la "flexibilidad laboral", una medida que se busca implementar en Chile desde hace varios meses. Como hijo de obrero, como trabajador, como estudiante y como ciudadano, sentí la responsabilidad de expresar mi desacuerdo y advertir a mis compañeros de las implicancias reales de esta propuesta.

La llamada “flexibilidad laboral” no es neutral. Uno de sus puntos más polémicos es la posibilidad de que el empleador distribuya arbitrariamente la jornada laboral, fragmentándola según su conveniencia. Esto afectaría directamente las remuneraciones, sobre todo de los trabajadores no especializados, quienes verían mermados sus ingresos y precarizadas aún más sus condiciones laborales. Presentar esta medida como una mejora es una falacia que solo favorece a quienes ostentan el poder económico.

Durante ese mismo debate, descubrí que la profesora que promovía esta visión también era propietaria de un exclusivo bar en el sector alto de Santiago. Este dato no es menor: nos recuerda que, muchas veces, quienes defienden estos cambios lo hacen desde una posición de privilegio que está lejos de representar la realidad de la mayoría. El estudiante secundario, el joven trabajador, la madre jefa de hogar, difícilmente tendrán opción frente a una normativa que favorece al empleador y debilita al trabajador.

Este 1° de Mayo, no será extraño ver cómo los grandes medios de comunicación encubren las demandas populares y reducen las manifestaciones a simples actos de violencia o desorden. Pero la realidad es muy distinta: para una parte importante del pueblo, esta fecha sigue siendo una jornada de encuentro, de memoria, de lucha pacífica y de celebración de la dignidad del trabajo. Familias enteras —abuelos, padres e hijos— recorrerán la Alameda, reivindicando el sueño de una sociedad más justa, como lo hiciera alguna vez Salvador Allende, quien creyó en un Chile donde el hombre fuera verdaderamente libre.

jueves, 14 de abril de 2011

Chile y Perú educados para odiarse!

Debido a la reciente elección presidencial en Perú, hemos visto cómo el candidato nacionalista Ollanta Humala Tasso ha emitido mensajes cargados de ira y reproches hacia Chile. Por su parte, desde La Moneda, el gobierno chileno liderado por la derecha pinochetista ha respondido con la misma contundencia hacia Lima. ¿Por qué este intercambio beligerante entre dos países hermanos?

Perú y Chile son dos hermosos países latinoamericanos que enfrentan enormes desafíos sociales y económicos: la desigualdad en la distribución de la riqueza, la precariedad educativa, la pobreza estructural, entre otros. Sin embargo, tienen mucho más en común de lo que el etnocentrismo nacionalista y la propaganda les ha hecho creer. Comparten un pasado histórico conjunto, especialmente en cuanto a sus pueblos originarios, muchos de los cuales habitaron territorios que hoy corresponden a ambos países. La civilización Inca, por ejemplo, dominó amplias zonas del actual Chile y Perú.

Además, su lucha conjunta contra el dominio español estrechó sus lazos históricos. El Libertador chileno Bernardo O’Higgins, junto con José de San Martín, colaboró en la independencia del Perú, liberando a ambos pueblos del yugo colonial. Sin embargo, esta hermandad sangrienta se fracturó pronto: guerras posteriores, promovidas por las oligarquías de ambos países, sirvieron únicamente a intereses económicos y de poder, arrastrando a sus pueblos hacia el odio fratricida y el genocidio.

Esta historia compartida y sus cicatrices se reflejan en la actualidad. Humala aspira a la presidencia en un Perú que sigue luchando contra profundas desigualdades. Chile, por otro lado, es el país con la peor distribución de la riqueza dentro de la OCDE, y su presidente de ultraderecha, Sebastián Piñera, atraviesa una crisis de baja aprobación y cuestionamientos políticos por parte de la oposición. En este contexto, los gobiernos de ambos países recurren a nacionalismos anacrónicos para distraer a la población y afianzar su control. Los insultos y provocaciones cruzadas no son más que herramientas para manipular el sentir popular.

Los medios de comunicación en ambos países, controlados en gran medida por las élites económicas y políticas, fomentan este odio entre hermanos de clase, mientras mantienen a la población anestesiada con el consumo y las disputas superficiales. La educación y la historia oficial han sido filtradas y diseñadas para crear ciudadanos dóciles que no cuestionen la hegemonía de las oligarquías ni el sistema desigual. El patrón no quiere perder ni su poder ni su riqueza.

Como mencioné en mi primera publicación sobre este tema, siempre quise acompañarla con un video que reflejara esta perspectiva. Hoy, 3 de junio de 2011, encontré una entrevista que ilumina mucho sobre este asunto: una entrevista al reconocido historiador chileno Sergio Villalobos. Villalobos representa la corriente de pensamiento que ha influenciado la educación histórica oficial en Chile, que también moldeó a generaciones de profesores y estudiantes. Si entendemos esta visión, podemos comprender mejor el origen del “odio majadero” entre Chile y Perú.

En Perú, probablemente, existe un problema similar en cuanto a la manipulación histórica y educativa. Por ahora, agradezco profundamente al verdadero gran historiador chileno Gabriel Salazar, cuya obra ha sido silenciada por la prensa burguesa. Si aún no lo conoces, te invito a investigar sobre él.

Entrevista de CNN Chile a Sergio Villalobos: http://www.youtube.com/watch?v=CZwbqrnL2Ec